Leyendas del Puente del diablo de Tarragona (I)

foto: (c) LuisAngelGuardo para Cosetano
Hay muchas leyendas explicando cómo se creó y sobre todo quién construyó el “Aqüeducte de les Ferreres” o más conocido como el “Pont del Diable” de Tarragona. La historia dice que fueron los romanos los artífices de esta construcción pero quizás no fue así …

La historia más conocida posiblemente sea la de aquella pareja de ancianos que pactó con el mismísimo Satán la construcción del puente.

Dicha pareja vivía en el bosque, cerca de una población que quizás fuese la antigua Tarraco. Cada día cruzaban el río, quizás fuese el Francolí, para ir desde su casa a ese pueblo a vender lo que su borrico podía cargar. Allí compraban otras cosas que el mismo borrico traía de nuevo al hogar volviendo a pasar de nuevo por ese puente que aunque de madera vieja y ya entrado en años les evitaba bordear el río y así ahorrar mucho tiempo.

Pero como todo no dura cien años, el viejo puente llegó a su final. Fue un lluvioso otoño cuando una riada se lo llevó por delante a mejor vida. La pareja de ancianos al ver que no podían cruzar el río entraron en una desesperación total ya que no podrían vender sus productos en el pueblo y quizás hasta que lo volviesen a reconstruir pasaría mucho tiempo.

Pero como en todas partes y en todas épocas siempre está el personajillo avispado que espera su oportunidad para sacar provecho del mal ajeno. Y éste, no iba a ser menos, se les apareció a los dos ancianos para proponerles un negocio.

foto: (c) LuisAngelGuardo para Cosetano


El tipejo, extraño como él solo, les comentó que él esa misma noche levantaría un nuevo puente. Y el nuevo puente no sería de mala madera sino de la mejor piedra para que durara eternamente y ninguna riada se lo llevara por delante.

Los ancianos supusieron que la construcción de este puente solo se podría realizar con magia y también supusieron que no les iba a salir gratis. Pues preguntaron al misterioso personaje cuál sería el precio y éste les dijo que solo quería como pago el alma del primer ser vivo que pasara el puente una vez acabado. Los dos ancianos ante el negro futuro que se les venía encima, si no tenían el puente, aceptaron el trato.

Y así fue como pasó la noche y al alba el puente estaba construido tal como dijo, ahora ya sabían que era, el diablo. Éste esperaba al otro lado de la orilla el precio acordado por el trabajo realizado, el alma del primer ser vivo que cruzara el puente.

Mientras en la orilla opuesta los dos ancianos cavilaban el cómo pagar al diablo. De repente, la anciana, vara en mano, no se le ocurrió otra cosa que atizar al burro que estaba con ellos y hacerle andar delante de ella siendo el primer ser vivo que cruzó el puente.

El diablo atónito no tuvo más remedio que aceptar el alma del pobre burro como pago por el trabajo realizado y ser marchó del lugar con el rabo entre las piernas y nunca mejor dicho.

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